27 abril 2009

Leer un corazón de acero


Bogotá es una ciudad mágica que ha signado mi vida con poesía. En mi primer viaje se interpuso en mi camino la numerada y hermosa obra poética de Angela Becerra. En este segundo viaje, iba saliendo de cenar del exquisito restaurante "Luna", de la zona T, cuando un vendedor ambulante se me acercó y de forma insistente me mostraba la bisutería. De repente, de todo su arsenal ornamental, solamente me llamó la atención una cadena de la que colgaba un corazón plateado, de unos 4 cm de alto, con una larga inscrición, ilegible en el momento por las bajas luces del boulevard.
El vendedor también insistía en que me llevara los zarcillos y la pulsera que hacían juego, pero mi presupuesto de última noche de turista estaba bastante escaso, así que opté por llevarme el colgante únicamente.
Con el apuro de llegar a hacer las maletas, medio dormir para madrugar al día siguiente y correr por el aeropuerto, realmente no tuve tiempo de detenerme a leer la inscripción del corazón. Sólo tuve un momento de paz cuando el avión alzó el vuelo. Miraba la ciudad empequeñecerse y con un gesto aprehensivo toqué el guindalejo. Bajé la mirada hasta la pequeña pieza fría y allí pude leer "Algún día escribiré un poema que huela a ti, un poema con el ritmo de tus pulsaciones, con la intensidad estrujada de tu abrazo. Algún día te escribiré un poema, el canto de mi dicha". DIOS!!! y yo que creí que era una imitación de joyería de Agatha Ruiz de la Prada!!.
Apenas ayer pude entrar a Internet. Me puse al día con los correos y compromisos. Y luego... recordé buscar aquella frase en el Google...
Bueno, tocará al lector, de la misma manera en que yo lo hice, descubrir la obra de uno de los mejores poetas colombianos. Con risa, ahora entiendo por qué debí traerme los zarcillos y la pulsera...eran las otras frases del poema!!! ja ja ja!!!.
pd. El corazón llegó a mis manos el 21 de abril y el 22 el autor protagonizaba los titulares sobre las XI Jornadas de Poesía en Español. Cómo iba a saber!.

1 comentario:

  1. Definitivamente, cada vez se afirma más mi convicción sobre la inexistencia de la casualidad. ¡Y qué maravillosas maromas hace el Creador con encuentros y desencuentros! Cabe, justamente, añadir que le agradezco haber dado contigo y tus enriquecedoras páginas.

    Saludos,

    Ana Olea

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